Salud, Medio Ambiente y Actividades Militares
Globalización de la información
En un mundo cada vez más complejo, con más habitantes y con volúmenes de producción de bienes y servicios que alcanzan cantidades muy elevadas, pudiera pensarse que los grandes problemas ambientales –que abarcan ya regiones o subcontinentes– son sólo problemas técnicos y fáciles de resolver como problemas de un solo tipo. Esto no siempre es así, están vinculados unos con otros, por ejemplo, es creciente la interrelación entre los problemas ambientales y las actividades militares. La llamada “globalización” no es sino la expresión de la interrelación entre países, que se estrecha y va más allá de lo ambiental, económico o comercial, hasta alcanzar el ámbito de las comunicaciones, la agricultura, ganadería, la cultura, la ciencia, el turismo, la salud y… las consecuencias de las actividades militares –la más dañina de los daños ambientales–
¿Quién no ha contemplado en la televisión o en Internet las horrendas imágenes de las invasiones de los EUA y sus consecuencias en Panamá, Guerra del Golfo, Afganistán e Irak? Para otras épocas hubiera sido imposible imaginar la rapidez con que, en una parte del mundo nos enteramos de lo que sucede en otra. Las noticias de las guerras y sus implicaciones tecnológicas y sociales se globalizan rápidamente y esto nos lleva a que también el sentido común colectivo nos eleva a las implicaciones éticas o morales del horror que percibimos en la información. La calificación ética es simultánea a la recepción de la noticia. No es extraño entonces que revistas otrora muy especializadas y prestigiosas como el JAMA (Journal of the American Medical Association) o el BAS (Bulletin of Atomic Scientists) entre otras, dediquen cada vez más algunos de sus números a las consecuencias de la guerra y el desarrollo de armamentos, enfatizando que la amenaza actual más importante para la humanidad, proviene de las armas de destrucción masiva, como son las nucleares, biológicas o químicas. Tampoco es de sorprender que organizaciones internacionales como la WHA (World Health Assembly), PSR (Physicians for Social Responsibility), WHO (World Health Organization) o la IPPNW (International Physicians for the Prevention of Nuclear War) hayan reconocido que la peor amenaza para la salud del hombre en la tierra, hoy, no se encuentra en las formas específicas de la enfermedad crónica o aguda, ni siquiera en la pobreza, el hambre o la carencia de vivienda, sino en las actividades militares, su preparación y gastos y sus consecuencias. Las organizaciones mencionadas buscan ante todo y como un buen periodista responsable, informar a la opinión pública acerca de los peligros a que se expone precisamente este mundo globalizado y velozmente comunicado, bajo la tesis de que LO PEOR QUE PUEDE SUCEDER A UNA NACIÓN O SOCIEDAD, ES IGNORAR LA EXISTENCIA DEL PROBLEMA; por esta razón, es usual que organizaciones científicas de este tipo, realicen eventos internacionales sobre el tema que nos ocupa en diferentes países, tal como sucedió con el XI Congreso Mundial sobre la Paz y el Desarme, que realizó la IPPNW en la ciudad de México hace una década.
Los millones de la globalización
Sería de esperarse que en un mundo que ya no está en guerra caliente (o fría) y sin países gigantes, en pugna unos con otros, los enormes recursos financieros que anteriormente se destinaban a prepararse para “la guerra total”, se destinarían hoy día a los aspectos pacíficos de la convivencia entre países, cooperación internacional o ayuda para el desarrollo. No obstante, esto no ha sido así. El gasto en armas, desarrollo y actividades bélicas, no sólo no ha disminuido ¡sino que se ha incrementado! A grado tal, que se habla de un auge en el comercio internacional de las armas y sus innovaciones tecnológicas. En la década final del siglo XX dimos un gran salto adelante para la tecnologización de la guerra, la muerte de más civiles y de menos militares.
A continuación presentamos algunas cifras para el año de 1998, como puntos de referencia y poder medir la magnitud del problema comparativamente con cantidades que se refieren al gasto en actividades científicas y tecnológicas en México y otros rubros a nivel regional y mundial como los siguientes:
1) Gasto militar mundial (EUA 30%, OTAN 20%)
780 000 millones de dls. (6 veces la deuda externa de México)
2) Comercio Internacional de Armas
55 000 millones de dls. (EUA 50%, Francia 18%, Gran Bretaña 16%, Rusia 5%)
Con ofertas tales como el bombardero “Stealth”, B2 o “Furtivo” a un costo de 2 000 millones de dls. La unidad y el helicóptero Apache a 15 millones de dls. la pieza.
3) Gasto militar en América Latina (1.3% del PIB regional)
26 000 millones de dls.
4) Gasto en actividades Ciencia y Tecnología en México (0.3% del PIB)
300 millones de dls. (Policía PFP de México 310 millones de dls.)
5) Gasto mundial en educación básica fue de:
6 000 millones de dls.
6) El gasto mundial en juguetes:
26,000 millones de dls.
7) Las ventas de Barbie (Mattel) fueron de:
700 millones de dls.
8) Las ganancias globales de Coca Cola fueron de:
600 millones de dls.
La tragedia interminable
Desde siempre las guerras mataron a hombres (soldados) y marginalmente, mujeres y niños, dañaron ecosistemas y depredaron recursos naturales, aunque hoy las guerras son más mortíferas para civiles que soldados y el daño a la naturaleza y los niños es mayor. La bestia de la guerra es mala para la salud humana y afecta el suelo, el agua, el aire, la vegetación, los alimentos, la fauna, etc., produciendo además enormes cantidades de desechos tóxicos. Aún en ausencia de la guerra total, las actividades militares consumen grandes cantidades de energía y recursos materiales según nos ha comunicado Ruth Leger–Sivard en su libro y la Conferencia Internacional sobre Consecuencias Ambientales de la Guerra, que se llevó a cabo en Washington DC del 10 al 12 de junio de 1998, complementados con información derivada del Congreso Mundial de IPPNW en México en 1993 a que aludimos antes.
Un avión de combate F-16 en misión de poco menos de 1 hora, utiliza el doble de combustible que un auto estándar en 1 año
Un bombardero B-52 utiliza 4 veces más combustible que un jet de pasajeros cargado, el cual utiliza 64 l/min.
El 25 % de toda la turbosina empleada mundialmente se destina a vuelos militares
El DOD o Departamento de Defensa de los EUA es el principal consumidor de derivados de petróleo en la propia Unión Americana y en el mundo.
86 % de toda la energía consumida por el sector gobierno en los EUA es para usos militares.
Los vuelos militares acreditados sobre Alemania equivalen al 15% de todos los vuelos y produjeron el 58% de la contaminación del aire.
El 30% de la degradación ambiental mundial y el 10% de las emisiones de CO2 en el mundo tienen su origen en las actividades militares.
El DOD de los EUA acredita por su parte el 76% de las emisiones de halon y el 50% de las emisiones de CFC (clorofluoro carbonos) en ese país.
Es evidente que así como para los Estados Unidos, para cualquier país que busque prioritariamente la superioridad militar y el liderato tecnológico bélico en el mundo, en la realidad, las consideraciones ambientales y sus políticas al respecto no tendrán la menor importancia. Lo demás será retórica y firma de convenios que no se cumplen, Hoy como ayer, los complejos del tipo militar–industrial son la base de la hegemonía y los países poderosos militarmente no se detendrán por el hecho de que los recursos minerales utilizados militarmente correspondan al 9% del hierro mundial, 11% del cobre y 8% del plomo producidos en el orbe. A lo anterior se viene a sumar el uso militar mundial agregado del aluminio, el cobre, el níquel y el platino que excede significativamente a las cantidades de esos metales que consumen de manera agregada, la totalidad de los países en desarrollo. ¿Por qué tan elevado consumo de metales llamados “estratégicos”? Veamos: para producir un avión de combate F-16 ¡un solo F-16! se requieren 2 044 kg de titanio, 1 715 kg de níquel, 573 kg de cromo, 330 kg de cobalto y 267 kg de aluminio.
El uso directo del suelo para fines militares en el mundo abarca un total estimado de 750 000 a 1.5 millones de km2 (equivalentes al territorio de Turquía), con el consecuente daño para bosques, cultivos, caminos e infraestructura civil en general. Capítulo aparte, pero relacionado y extremadamente grave, es el que se refiere al almacenamiento y disposición de residuos tóxicos, separados de los nucleares; por ejemplo, el DOD de los EUA genera anualmente de 400 000 a 500 000 toneladas de desechos tóxico y peligrosos que se ubican en depósitos como el WIPP de Arizona, cerca de la frontera con México y la cuenca del Río Bravo. En este sentido viene también a la mente el caso de Alemania “del Este” en años previos a su reunificación, cuando el 10% de su territorio estaba contaminado como consecuencia de diversas actividades militares del citado país y del Pacto de Varsovia.
Puede agregarse que, finalmente, de 1276 accidentes navales en el mundo (documentados entre 1945 y 1988), 212 se referían a naves nucleares, de las cuales 27 eran submarinos nucleares; presumiblemente 312 de estos accidentes se debieron a diversos actos de sabotaje. Como consecuencia final, 48 cabezas nucleares y 7 reactores nucleares permanecen aún en el suelo oceánico de diversos lugares del orbe, con los riesgos consecuentes previsibles…
Los desafíos para los próximos años
No es el caso referirnos aquí al peligro que ofrecen en lo específico las formas llamadas, hasta principios del Siglo XX, “formas no convencionales” de hacer la guerra, particularmente las llamadas NBC (nuclear, biológica o química), base de la estrategia bélica moderna, ya lo hemos hecho en otra parte, pero sí enfatizaremos que la frontera entre las armas convencionales y las no convencionales o de destrucción masiva, tiende a borrarse paulatinamente, enfocándose principalmente a la población civil y urbana del mundo. Los países más industrializados del mundo, manifiestan además reiteradamente, una supuesta preocupación por la accesibilidad inminente a las armas biotóxicas por parte del tercer mundo (“poor country’s atomic bomb”), olvidando que son ellos los inventores, usuarios y proveedores de armas a los más atrasados y que en todo caso, una ética o moral diferente en químicos y microbiólogos ha impedido su producción en los países menos industrializados desde hace muchas décadas.
Conclusión
A principios del nuevo milenio no pudo ser mayor el paralelismo entre el proceso de militarización mundial y el proceso de contaminación y daño ambiental global. Consecuentemente, los investigadores científicos e interesados en el bienestar humano, debemos mantener presente que la coyuntura actual en el planeta debe llevar a reconvertir el enorme gasto militar en gasto para reducir y eliminar los problemas ambientales que ahogan al mundo. El desarrollo tecnológico enfocado a la muerte, como hemos visto todos en el conflicto de la ex Yugoslavia –el más reciente caso de guerrita local útil a los mercaderes de la guerra– debe reestructurares para la paz y para la vida. Un mundo globalizado que quiera además decirle adiós a las carencias sociales, de salud, de educación y ciencia, debe deshacerse cuanto antes de la bestia de la guerra.