Cuando de Pierde la Dignidad


Cómo recuerdo a mi país en los 1950 y 1960 –antes del 68-. Se construyó el nuevo sistema hospitalario del IMSS, el Centro Médico Nacional, el Centro Vacacional de Oaxtepec, el esplendoroso Museo Nacional de Antropología, se acercaban los juegos olímpicos y ganamos el Premio de las Naciones en París con el Ballet Folklórico Nacional. ¡Qué tiempos! Yo estaba pasando un año en la universidad Johns Hopkins en Baltimore, EUA y recuerdo el anuncio del Ballet en el New York Times a página completa, totalmente en negro y sólo una franja delgada iluminada al centro, el proscenio, con un bailarín en la Danza del Venado, alrededor con letras blancas en semicírculo un letrero “Como un sol que explota” y abajo con letra pequeñita un letrero “Localidades agotadas”.

Se humedecen mis ojos al comparar el cenit en que estábamos entonces, con el hoyo en que estamos hoy. ¿A qué fuimos a Atenas, cuna de la civilización occidental? ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos dejamos arrebatar la dignidad? Todos nos patean y no me explico lo que ha sucedido en el país, hoy dirigido por un ex gachupín que todavía cecea… ¡caraxo! En todas las naciones hay y ha habido tráfico de órganos y personas, dígalo si no el también escandaloso trafique de la Universidad Tulane de Nuevo Orleáns que se ha visto enredada en venta de cadáveres para el US Army y sus pruebas de un nuevo tipo de calzado antiminas personales, que probarían ¿Dónde más? En Fort Detrick, cerca de Washington DC, complejo de investigaciones para la Guerra Biológica y algo más. Ya se imaginará el lector cómo quedaban los cadáveres después de las pruebas… saltan a la vista también los casos en Gran Bretaña desde el de William Burke y William Hare a mediados del siglo antepasado hasta los recientes escándalos en el Hospital Alder Hey y el Hospital Infantil de Birmingham en el que se extrajo la glándula del timo a pacientes vivos para luego entregarla a la industria farmacéutica para investigación. Se ignora cuántos pacientes se vieron afectados así sin su consentimiento entre 1988 y 1994. Sí, en muchos países se presentan estos delitos pero nunca con la impunidad y el descaro con que se llevan a cabo en nuestro país. Ya nos referimos en nuestros dos artículos anteriores a la mafia del tráfico de órganos, que involucra desde los clientes ricos hasta una gran cantidad de mafiosos. Es el colmo de la indignidad que las autoridades mexicanas no atiendan los casos denunciados como tampoco las autoridades gringas, más ocupadas en disparar a los paisanos con balas de goma. Ya lo invitamos previamente a entrar a la página de “La Voz de Aztlán” http://www.aztlan.net y buscar lo relativo al tráfico de órganos de NIÑOS MEXICANOS que se transplantan de inmediato a los niños del Imperio Americano, mediante alguna de las 17 clínicas transfronterizas que existen para el caso.

Otra faceta del horror transfronterizo que para nuestra indignidad también parecen tolerar nuestras autoridades es el reciente escándalo de la esclavitud sexual de mujeres mexicanas que, evidentemente, está conectado al caso de las mujeres de Juárez –vivas o muertas-. Fue denunciado recientemente en los EUA por el articulista del N. Y. Times Peter Landesman.

Puedo asegurarles que el reporte de Landesman que ocupa muchas páginas, un día no muy lejano, será la base para una película de tema escandaloso y de título llamativo -y vergonzoso para nosotros- “The Girls Next Door” –Las Chicas de al Lado- fue publicado el 25 de enero del año en curso y por su importancia me permitiré transcribir sólo una parte: “La casa del 1212 de la calle West Front en Plainfield, N.J. es una casa de mediados de siglo, convencional, con aires victorianos… y al pararme enfrente podía escuchar las voces de niños que jugaban en una escuela a la vuelta de la esquina… pudiera ser cualquier otra ciudad. La casa ocupaba una especie de segundo piso junto a dos comercios y una tienda de regalos… el dueño de la tienda se rehusó a darme su nombre y a mi pregunta contestó que nunca había notado nada raro en esa casa… ¡pero! David Miranda, el joven atrás del mostrador me dijo que más o menos una vez cada semana salían chicas de esa casa y compraban dulces y refrescos, regresando a la misma… nunca veía a la misma chica dos veces, todas eran muy jóvenes… no hablaban ni pedían nada como no fuera lo que compraban, no pedían ayuda. Él notó que muchos autos subían a la casa todo el día, coches buenos… de todo tipo… docenas de hombres entraban y salían y aquí no nos dábamos cuenta de lo que realmente pasaba ahí. Nadie preguntaba nada.” “Sobre denuncia, la policía de Plainfield irrumpió en la casa en febrero de 2002, esperando encontrar indocumentados… encontraron cuatro chicas de 14 a 17 años. Eran mexicanas sin documentos. No eran prostitutas, eran esclavas… La distinción es importante, las chicas no trabajaban por lucro o por dinero, eran cautivas de los traficantes que controlaban su más leve movimiento… “Yo me considero ya un hombre endurecido” me dijo recientemente Mark J. Kelly, un agente especial de la Oficina de Aduanas e Inmigración,… estuve en los Marines, pero basándome en lo que pude ver ahí, y lo que escuché de esas niñas, fue una experiencia difícil que me enseñó algo nuevo.”

“La policía encontró al equivalente de un barco de esclavos del siglo XVIII con baños sin puertas y sucios, colchones putrefactos y descubiertos, y por todas partes envases de penicilina, píldoras de “el día siguiente” y misoprostol, un medicamento anti úlceras que induce aborto. Las niñas estaban pálidas, agotadas y desnutridas.”

“Resultó que esta casa es sólo UNA DE LAS DOCENAS que existen en el área metropolitana de Nueva York y muy posiblemente Los Ángeles, Atlanta y Chicago, donde chicas menores de edad y jovencitas, son mantenidas en cautividad… muchas han sido engañadas con promesas de trabajo y una mejor vida en los EUA y muchas han sido secuestradas, vendidas o abandonadas por familias miserables.”

“Debido a la permeabilidad de la frontera México-EUA y las redes criminales que la atraviesan, las ciudades y pueblos a lo largo de la frontera se han convertido en el centro de esta industria bárbara e ilícita cuyos productos son niñas y mujeres. En ambos lados de la frontera se les renta sexualmente hasta por 15 minutos, docenas de veces al día… no ganan dinero… son esclavas y no hay nada voluntario a cerca de lo que hacen… si tratan de huir, son golpeadas y a veces llevadas a la muerte…”

En el documento original de Landesman –de diecisiete páginas- hay 76 menciones a la palabra México o mexicanos, 6 a Tijuana, 5 al barrio de la Merced en el DF, 2 a Ciudad Juárez, Sonora y Tenancingo, respectivamente y 1 a cada una de las siguientes ciudades o estados federales: Tecate, Rosarito, Guadalajara, Veracruz, Chiapas, Oaxaca. Hay varias menciones al aeropuerto de la ciudad de México.

Para nuestra mayor indignidad, el documento completo de Landesman lo pueden bajar del portal de Lucha Antiesclavitud del correspondiente Centro Activista ¡estadounidense! ¡Cara_o!